Uno de los retos más gratificantes en decoración del hogar es yuxtaponer elementos aparentemente opuestos para mejorar el espacio en general. Vamos a explorar esta idea un poco más, veremos cómo obras de arte moderno pueden encajar perfectamente en los espacios tradicionales. Uno puede pensar que el arte siempre encaja en cualquier lugar, puede ser cierto pero con matices, aparte de su valor intrínseco como obra de arte, todo elemento que incorporemos a una decoración debe tener conexión con el ambiente donde lo vamos a situar. Esa conexión se puede basar en múltiples factores, en el color, la forma, el material con que está construido y un larguísimo etcétera de condicionantes.
Los colores vivos de estas pinturas son impresionantes, por lo que colocarlos contra una pared pintada en un suave color amarillo mantequilla es genial. Y el panel inferior de madera contribuye a enmarcar el espacio que ocupan las obras de arte. Los marcos dorados integran también los cuadros en la pared al tiempo que ligan a los cuadros con los tonos generales de la sala. Se ha usado para colgar los cuadros cadenas con fundas de tela lo cual da un toque retro fantástico, estilo a los lujosos trenes de antaño como el Orient-Express.
Considere esta idea del arte moderno: colgar baldosas de cerámica como elemento decorativo de pared. Estos que se muestran aquí son en realidad simples azulejos cerámicos con acabados en tonos metálicos. Ubicados en un espacio tradicional que rinde homenaje a los elementos naturales, alfombra de fibras vegetales, pared con ladrillos vistos, suelo de madera, encaja perfectamente en el ambiente de la estancia.
Este ecléctico ambiente es fácil de conseguir siempre que respetemos algunas reglas básicas, si vamos a colgar muchas obras de distintos y llamativos colores lo haremos siempre sobre una pared blanca y usando marcos realizados con el mismo tipo de moldura y en color claro.
Esta sala de estar y comedor de grandes dimensiones y decorada en tonos cálidos es tremendamente clásica y sin esos tres grandes cuadros abstractos resultaría absolutamente aburrida y trasnochada. En cambio los cuadros, que se adaptan maravillosamente por su forma y tamaño a la sala, dan ese toque de luz y color que estaba pidiendo a gritos el salón.
En este recibidor, a primera vista, parece que los cuadros sobran, que no tienen mucho que ver con la decoración. Pero si nos fijamos mejor observaremos que los colores y las líneas sí se integran perfectamente con el resto del ambiente. Al tiempo que rellenan y dan color a una pared excesivamente neutra.