Centros decorativos con frutas: ideas muy naturales Artículo Publicado el 25.01.2013 por Paula
En cualquier época del año, las frutas están presentes en nuestra nevera y cocina. Pero además también lo están en la decoración. Por ello los fruteros no son únicamente los recipientes donde van madurando las diferentes piezas antes de que las consumamos, sino que además tienen un componente claramente decorativo. Cuando la belleza de la fruta se muestra como un objeto cotidiano, es hora de sacarle mayor provecho.
Se pueden hacer centros decorativos con frutas juntando distintas piezas y organizándolas como si de una macedonia se tratase. La fruta puede estar entera, sin pelar, o bien pelada y dispuesta para ser engullida, como en este cesto en el que se ha preparado un fresquísimo tentempié de kiwi, piña, fresas y uvas. La fruta cobra apariencia de bodegón, a la manera de los cuadros de «naturaleza muerta» que representan escenas diarias de la vida en la cocina, donde por lo general las frutas y las verduras adquieren mayor protagonismo.
También podemos ordenar la fruta en recipientes de cristal por tamaños o colores, creando naturalezas de carácter muy distinto. Éstas no van a ser comidas en un breve espacio de tiempo, pero sí se harán con el paso de los días. Mientras tanto, las podemos conservar enteras y frescas en estas vasijas.
En este vaso, se ordenan las manzanas por tamaño, de menor a mayor. Las más maduras arriba y las menos debajo, para mantener su frescor.
Las naranjas recogidas en un cuenco pueden ser el centro de todas las miradas de esta mesa. Añadimos unas flores al conjunto para completar. La naranja y la manzana son frutas que aguantan más en el exterior a una temperatura ambiente.
Los pomelos y las flores también son una buena combinación. Los cortamos en rodajas y dejamos a la intemperie unos días, pues rápidamente se vuelven secos y pierden su tersura y brillo.
De nuevo, manzanas y flores, un buen recurso para nuestros centros de mesa. Otro cóctel bonito y muy natural es éste de manzanas y uvas. La calidez de los verdes de la piel crea una armonía innata.