Las estanterías abiertas están sustituyendo a los armarios de pared en la cocina. Es una tendencia muy fuerte y hay que tener algunas ideas bien claras cuando vamos a usarlas. Su gran ventaja, mostrar los objetos que sostienen, es también su gran desventaja. Nos obliga a ser muy cuidadosas con lo que ponemos en los estantes para que nos ayude a mejorar la decoración de nuestra cocina y no a lo contrario.
Una estrategia muy sencilla y fácil de entender es fijarnos en los colores de los objetos que colocamos en los estantes. En una cocina blanca sobre todo si reducimos la cantidad de colores de los objetos colocados en los estantes a dos nos vamos a ahorrar muchos quebraderos de cabeza. Por ejemplo, como vemos aquí, si reducimos los colores al blanco y el amarillo se nos hará mucho más sencillo el uso de los estantes abiertos en la cocina.
Otro factor importante es usar estanterías cuanto más sencillas mejor. La idea es que no compitan visualmente con los objetos colocados en ellas. Aquí vemos unos estantes blancos sobre una pared blanca que pasan casi desapercibidos.
El revestimiento de azulejos blancos de esta cocina ayuda a mantener un perfil bajo. Ni la pared, ni los estantes le restan entonces protagonismo a los objetos colocados sobre ellos que pasan a ser así los protagonistas. Es una buena solución tanto si optamos por colocar sólo objetos en dos colores como en más.
Aunque usemos estantes en colores diferentes al blanco hemos de seguir procurando que su diseño sea lo más sencillo posible. Cuanto más minimalistas mejor ya estén acabados en blanco, madera o cualquier color que no destaque demasiado de la pared sobre la que se instalen.
Y por supuesto, las estanterías deben ser coherentes con el estilo decorativo de la cocina. Si nuestra cocina es de diseño minimalista así habrán de ser también los estantes. En cambio si nuestra cocina es de estilo rústico, shabby chic o cualquier otra variante parecida hemos de ser coherentes y usar estantes del mismo estilo.