El recibidor es la esclusa que separa a nuestra casa del resto del mundo. Es un lugar especial, es la primera imagen y en ocasiones la única, de nuestro hogar. Es un lugar en el que podemos expresar lo que somos, u ocultarlo si así lo queremos. Cada cual preferirá, según su carácter, un tipo de recibidor. Expresivo, que diga mucho de uno mismo; aséptico, que diga lo menos posible. Los recibidores son como las personas, extrovertidos o introvertidos; más todas las gradaciones intermedias que se quiera. Pero dejemos los análisis seudopsicológicos, hoy toca un fantástico recibidor alegre y feliz.
En este ejemplo, como ocurre en muchos apartamentos, el recibidor era un lugar oscuro y triste. La propietaria, una joven preocupada por la moda y el diseño, decidió poner fin a semejante despropósito. No podía soportar ni un instante más que ese espacio lúgubre fuera lo primero que la recibiera al llegar a casa.
Comenzó una tarea ímproba de pintura de las paredes, sí ese precioso diseño que recubre las paredes del recibidor no es papel pintado, elaboró unas plantillas de diseño retro y se dedicó durante tres fines de semana a recubrir las paredes con ese bonito diseño inspirado en los años 70.
Con el presupuesto a cero, recuperó el perchero de Ikea pintándolo en ese llamativo amarillo. Conseguir el taburete de plástico, tope setentero, fue bastante más arduo. Tras un año buscando, al fin lo encontró como recién salido de una película de Kubrick.
Las sensaciones de alegría y felicidad que transmite ahora este recibidor están en sintonía con la juventud y la alegría de una mujer activa y vital. La decoración no debiera ser más que una forma de alegrar nuestra vida, de hacernos sentir satisfechos con nuestro entorno.
Una mesa auxiliar de metacrilato con una cesta repleta de útiles y productos para limpiar los zapatos, más algunos objetos para el mantenimiento de las mascotas. Este recibidor no es sólo alegre, es un lugar práctico con todos los elementos para salir y entrar de casa cómodamente dispuestos.
Vía: meehameeha