Este elemento natural y liviano es utilizado cada vez con mayor asiduidad tanto para la decoración cuanto en su doble función de adorno y de aislante.
Es fácil de colocar y de mantener ya que puede barnizarse y se limpia con una franela o gamuza.
Conviene, cada tanto, limpiarlo con un trapo embebido en agua tibia con detergente o unas gotas de amoníaco.
Si el corcho está sin barnizar se lava con un preparado a base de una infusión de salvado (100 gramos por cada litro de agua).
En caso de que se haya manchado con grasa, ésta se elimina con esencia de trementina. Conviene luego aplicarle una capa de aceite de linaza para protegerlo mejor y preservarlo de futuras manchas.
Si piensas utilizar corcho en la decoración del baño, impermeabilízalo con barniz marino; eso lo hará más resistentes a la humedad.