En la
decoración del hogar es fundamental pensar detenidamente en el colorido con el que vamos a dotar cada una de las estancias, puesto que de esa decisión dependerán aspectos tan fundamentales como la iluminación, el efecto óptico de amplitud y también la mayor o menor sensación de relax que percibamos en el ambiente.
Consecuencias todas ellas que irán en un favorable aumento si nos decantamos por tonalidades neutras y tonos claros.
En este tipo de elección el blanco suele ser el color más elegido y recomendado, solo que siempre conviene que se vea acompañado de otros toques y matices para que el resultado final no resulte muy monótono y aburrido.
Una combinación muy apropiada para jugar con el blanco está en la gama de los grises, pudiendo elegir desde sus filtros más suaves, casi plateados, hasta los tonos más oscuros rozando el humo.
Podemos elegir acabados en los que el blanco y el gris se confunden sin que apenas podamos percibir en qué momento el uno se va convirtiendo en el otro.
A esa combinación también le pueden salpicar unos discretos toques de beige, incluso con paredes de ladrillo rústico para revestir alguna columna.