Poder hablarles de esto hoy es toda una emoción. Porque si han tenido la oportunidad de conocer la maravillosa y única Casa Batlló de Antonio Gaudí… sabrán perfectamente de lo que hablo y lo que despierta esta verdadera obra de arte y Patrimonio de la UNESCO desde 2005.
Abierta al público desde aproximadamente unos 18 años, con verdaderos trabajos de restauración y puesta en valor… No hay forma de negar que en ella podemos ver y “palpar” de un modo especial el verdadero valor que tiene para cada uno de nosotros la restauración. Volver a la vida, a su estado inicial y lograr que transmita todo lo que el artista quiso expresar…
La restauración de Casa Batlló es un verdadero acontecimiento, y ésta en particular tiene algo único (y que muero por poder ver en persona). Porque, además de poder disfrutar de todo lo que ya es conocido desde el inicio de las visitas y recorridos al público… son sus estucos los verdaderos protagonistas.
A todas sus formas, colores, mezcla de materiales, los detalles que sorprenden paso a paso cuando podemos recorrerla… hoy se suman los colores y texturas únicas de los maravillosos estucos de cada estancia. Escondidos por el paso del tiempo y las reformas, hoy la verdadera “piel” de esta obra de arte se muestra tal como era originalmente. Gracias al increíble y comprometido trabajo de un equipo especializado de arquitectos, restauradores, conservadores y, por supuesto, estucadores vuelven a la vida y se descubren frente a nosotros.
Casi podría decirse que ha sido una delicada operación a punta de bisturí, paciencia, perseverancia y mucho estudio ya que la forma de diseñar y dar detalles a sus estucos originales nunca estuvo documentada… Todas las personas que han trabajado, y que todavía lo hacen, podría decirse que han aprendido de la mano del propio Gaudí al ir descubriendo su trabajo paso a paso.
Otra de las cosas llamativas que se han encontrado en esta restauración, es que en el despacho original de su dueño, Josep Batlló, las juntas del estuco en forma de “trencadís” fueron cubiertas con pan de oro… Brillo, color y textura… tres cosas fundamentales que no dejan de sorprendernos en las obras de Gaudí.
Y, en otras cosas, vale la pena mencionar que cada sala de la casa tiene su propio y especial color. Todos ellos se han descubierto con los trabajos realizados pasando de verdoso que podía notarse a simple vista a un color único y especial en cada sala. Algo que el equipo de restauración ha notado poco a poco y afirmando que todos ellos guardan una correlación o “unidad cromática” única.
Cuando uno piensa en Casa Batlló el color, las formas y las texturas vienen a la mente de inmediato. Y aún cuando no hayamos podido verla en vivo y en directo, al observar fotografías, con sólo ver su fachada, ya podemos soñar en colores, formas… como si la casa tomara vida al mirarla. Porque cuando pueden conocerla, o si ya han tenido el placer de hacerlo, sabrán que cada espacio, cada detalle de esta casa tiene vida. Es como estar en un cuento especial sólo que no estamos leyendo… lo recorremos poco a poco y podemos disfrutarlo con todos nuestros sentidos.
Si todavía no han tenido la oportunidad de conocerla, o mejor aún si ya han ido a ella… es momento de volver, de descubrirla como si fuera la primera vez. De caminar por la preciosa Paseo de Gracia, llegar hasta el nº 43 y dejarse sorprender y enamorar con esta verdadera obra de arte. Porque sólo estando frente a obras como éstas es que entenderemos con el corazón que la restauración es el único camino para preservar las obras y recuerdos que nos dan identidad…