El agua, aparte de sus múltiples y vitales usos, tiene también aplicación en la decoración. Aunque sea más conocida esta vertiente decorativa del agua en su uso en jardines y patios también se puede usar en interiores. Hay una gran variedad de fuentes de todos los tamaños y formas para complementar la decoración de interiores.
En concreto las fuentes de pared son un maravilloso elemento decorativo. Estas fuentes de pared están diseñadas de modo que simulan una cortina de agua deslizándose sobre una superficie plana. Su gran ventaja es el poco espacio que ocupan, poco más que cualquier cuadro que podamos colgar en la pared. Las sensaciones que transmite el agua corriente actúan al nivel más profundo de nuestra psique, casi como un atavismo, al igual que ocurre con el fuego. Son elementos básicos de nuestra subsistencia como especie y nos acompañan desde el principio de los tiempos.
Las fuentes de pared generalmente se basan en un fondo que puede ser impreso o no, liso o con un cierto relieve. Este fondo suele ser de resina de policarbonato, un material extremadamente duro y resistente que tiene además la peculiar característica de no ofrecer aspecto de mojado incluso cuando el agua está corriendo sobre él. El agua en movimiento siempre transmite una sensación positiva y energizante además de resultar agradable tanto para la vista como para el oído.
Las fuentes de pared pueden ser en ocasiones verdaderas obras de arte realizadas con materiales más tradicionales como el bronce y el vidrio. Si introducimos una de estas fuentes, sea del tipo que sea, en nuestro hogar estaremos creando un foco de atención muy interesante. Sirven para decorar un recibidor, una sala de estar, un comedor, una zona de paso o cualquier espacio que queramos cargar de energía positiva.
Fotos: interiordesignonadime.com