Es la pareja de colores que más contrasta, el Yin y el Yang, el todo y la nada. También es la pareja de colores más versátil, y que, bien utilizada, proporciona más elegancia. Buen ejemplo de ello es este
apartamento parisino, en el que residen una pareja con un bebé.
El salón-comedor se ha decorado en un
estilo clásico. Las paredes y el mobiliario son blancos, y se ha dejado al color negro para acentuar, a través de cojines, marcos y lámparas. Los tapizados de
rayas verticales en las sillas clásicas aportan más elegancia al conjunto.
La cocina, de
líneas funcionales está decorada de forma sobria para ceder protagonismo al suelo, pavimentado con un damero en
blanco y negro diagonal, y a la encimera, que es el único elemento de madera al natural que hay en todo el apartamento.
Los pasillos siguen la línea del resto de la casa, pero a sus paredes se ha añadido un zócalo clásico en tono gris marengo para restar algo de claridad.
Al dormitorio se le ha añadido algo más de color: las paredes se han pintado en un relajante azul cielo, aunque el resto de la estancia sigue los mismos patrones en cuanto a decoración, la mayoría blanco con pequeños acentos, como la cama de forja o la lámpara de araña, en color negro.