Las hamacas y los sofás colgantes nos trasladan, aunque sólo sea con la imaginación, a lugares remotos y paradisiacos de climas tropicales y excesiva vegetación. Tal vez esa imagen nos venga inducida por el cine y la televisión pero son un mueble muy peculiar utilizado por muchos diseñadores. La peculiaridad radica en que en vez de apoyarse en el suelo, como la gran parte de los muebles, son colgados del techo.
Las hamacas son un complemento antiguo como la humanidad, muchas tribus antiquísimas las conocen y usan desde hace miles de años. En los viejos veleros eran las camas de la marinería. En aquellos tiempos y circunstancias se recurría a las hamacas por su facilidad de elaboración y transporte y por mantener alejados a los insectos y parásitos.
Ahora por supuesto constituyen un complemento decorativo con una vertiente práctica que se suele instalar normalmente en exteriores. La típica hamaca colgada en el jardín bajo los árboles para poder echar una siesta fresquita después de un buen ágape.
En interiores se pueden usar también si tenemos las condiciones propicias, que básicamente se reducen a tener un techo suficientemente alto cuando queremos colgar un sillón. Para las hamacas, que anclaremos en las paredes, necesitaremos que éstas no estén demasiado separadas.
Las hamacas se elaboran con telas fuertes y resistentes que podemos introducir, como en la foto superior, en ambientes urbanos y modernos. No quedan reducidas a la típica casa de campo.
Los sillones o sofás colgantes suelen estar hechos con estructuras rígidas pero ligeras, mimbre y similares. Al colgar del techo conforman un elemento vertical que nos ayudará a romper una excesiva horizontalidad del resto de muebles de la estancia. Sin contar con el aspecto lúdico, siempre es divertido sentarse en un sillón colgante y mecerse suavemente, divertido y relajante. Un buen lugar para leer y escuchar música.