Una vivienda con glamour llama la atención por su diseño especial y espectacular, que se recrea en los detalles más inspiradores, pues son éstos los que crean ese aura tan mágica y especial con que nos envuelve.
Pero, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de glamour? Esta palabra está asociada per se con la moda o el cine, y hablamos de que algo o alguien es glamouroso cuando es vistoso, llamativo, realza su belleza y sus cualidades y tiene un halo de elegancia innato. Lo mismo ocurre con el interiorismo: un espacio se vuelve glamouroso cuando la elegancia nos atrapa de un modo especial, casi vanidoso. El glamour significa, muchas veces, ‘admiradme’, y admiramos.
Como admiramos estas estancias, propias de las casas de las estrellas de cine o de la música, llenas de detalles personalizados y también, por qué no, superficiales. Cristalería, brillos y elementos dorados, transparencias, encajes… En el glamour también hay mucho romanticismo e idealismo, con la intención de crear un universo de fantasía alejado de lo común.
Colores vistosos, estampados extravagantes, figuras de arte, diamantes… un gusto por el lujo sofisticado y todo lo que, en definitiva, nos hace sentir bien cuando lo miramos, porque es bonito. Son espacios con cierto recargamiento visual, con decoraciones algo barrocas, otras veces más modernas, pero siempre inspiradas.
El cuarto de baño también puede ser un lugar con mucho glamour gracias a los mosaicos dorados…
… o gracias a la elegancia del gris y la pedrería.