En la cultura japonesa, los jardines zen simbolizan el propio universo. Son representaciones a escala enana de los tradicionales jardines del Imperio nipón. Desde hace siglos se emplean como técnica para meditar y están formados por diferentes piezas que constituyen símbolos de los distintos planos de realidad personal. En la actualidad son muchos los que se están apuntando a esta nueva tendencia e incluso hay quienes han creado uno a tamaño real en su propio jardín.
Por su belleza genuina, los jardines zen (llamados karesansui en japonés) también se emplean como ornamentación para cualquier ambiente. Si eres de los que buscan el equilibrio y la paz mediante el arte de la decoración, quizá te enamores de estos pequeños jardines, que tienen como objetivo la abstracción mental, favorecer la relajación y liberar el estrés y los miedos internos, combinando aspectos de la filosofía budista con la jardinería.
Están constituidos por una pequeña caja en cuyo interior encontramos una parcela con arena fina de poca profundidad, piedras y un rastrillo. Estos son los componentes principales, aunque pueden ir acompañados de otros elementos decorativos, como velas, figuras, caracolas, bonsáis o bambú.
Este método ancestral se basa en que las emociones negativas se pueden llegar a neutralizar al rastrillar en la arena diferentes figuras. Este escenario mínimo viene a representar nuestro propio mundo interior: también podemos plasmar nuestros deseos y dibujarlos. La arena es el foso sobre el que se materializan dichos deseos, mientras las piedras simbolizan los obstáculos que encontramos por el camino.
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