La quimera de Villa Mandarina Artículo Publicado el 01.10.2012 por Javi
Estaba rastreando la red en busca de algo interesante, cuando por casualidad recalé en un blog en portugués. Allí encontré las imágenes de esta villa paradisiaca. Había un enlace que me llevó a otro blog, éste en español, repetía el mismo artículo. Busqué en Google información sobre la villa y cual fue mi asombro al ver que las entradas se repetían idénticas, sin aportar nueva información, «ad eternum». Mosqueado, ya pensaba que esa villa era un misterio irresoluble, volví al primer blog y seguí el enlace que había al pie del artículo, me llevó al siguiente que ya había visitado y en éste hice lo mismo. «Et voilà» el misterio se esclareció de inmediato, pues llegué al origen de las fotos, a sus creadores, un equipo de periodistas y fotógrafos que habían hecho el reportaje de Villa Mandarina para la revista Interiores.
Esta impresionante fotografía fue portada de la revista Interiores del mes de agosto pasado. Maravillosa fotografía y una villa divina con ese blanco impoluto que resplandece bajo el sol marbellí. La piscina escalonada invita a refrescarse en esas aguas levemente azuladas. La cortina de tul mecida por la brisa le da un encantador movimiento a toda la imagen.
La vida en una villa andaluza, en verano, puede hacerse en el exterior si cuentas con un patio tan hermoso como el que rodea a esta vivienda. Una manguera con un chorrillo de agua repicando en el suelo de cemento alivia el calor de tus oídos. Sentado a la sombra de un árbol tomas un té de hierbabuena, bien caliente, que primero te calienta el estómago y luego te enfría el cuerpo. Y tus ojos navegan veloces por el calmo mar de verano, por ese mar atávico que es parte de tu sangre y del agua de tu cuerpo.
El interior de la villa sigue tomado por el blanco que lo recubre todo, paredes, muebles, telas… Salvo algunos detalles en negro y gris, el blanco invade la casa. Con él la luz, esa luz prodigiosa de Andalucía. Detalles étnicos adornan las habitaciones.
El living, blanco también, con la mesa de centro hecha de tablas que parecen salvadas de un naufragio y la pequeña mesa de corcho, marcan el contraste con los impolutos sofás modernos. Un lugar para comer en compañía y conversar cuando el clima hace imposible la vida en el exterior.
Vía: anavitri