Hoy en día nos parece algo impensable que pueda existir una sola casa en la que no haya sábanas. Es muy normal utilizarlas para vestir la cama, creando un ambiente perfecto y peculiar de cada casa. Sin embargo, existió una época en la que esto no fue así ya que no será hasta el año 1000 d.C. cuando se inventen las sábanas, en la ciudad egipcia de El Cairo. A pesar de su temprana aparición no será hasta la época victoriana cuando la clase alta comience a interesarse por utilizarlas en sus respectivas camas y, con la llegada de la revolución industrial se abarate su coste y la clase media pueda por fin adquirirlas.
Su diseño ajustable y adaptable, tal y como lo conocemos hoy en día, no surgirá hasta la segunda mitad del siglo XX. Hasta antes de su evolución se fabricaban con un hilo muy grueso que no permitía un secado rápido y tenían precios excesivamente elevados.
Las sábanas tradicionalmente han sido blancas, pero ahora se utilizan colores y diseños muy variados: estampados, un solo color o incluso las puedes encontrar con imágenes temáticas o personajes famosos, algo muy habitual para las camas de los niños (y de los no tan niños). Las sábanas por lo general son más grandes que la cama para que puedan ser remetidas por debajo del colchón y se queden en su sitio durante su uso. Su función es absolutamente higiénica, al ser completamente lavables (lo que se suele hacer periódicamente) y de confort al tener un tacto suave y agradable.
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