Doriana y Massimiliano Fuksas son una pareja de reputados arquitectos, sus proyectos se han realizado en todo el mundo. La terminal 3 del Aeropuerto Internacional de Shenzhen, en China; la tienda Armani en Nueva York, con su escalera increíble y el pabellón de acero y vidrio que alberga la Feria del Mueble de Milán. Estos son algunos de los proyectos que han llevado a cabo estos arquitectos. Pero su mayor reto  aún estaba por llegar, la restauración de una antigua edificación situada en la región de Chianti, en la Toscana, Italia.

En la cima de una colina, entre olivares y viñedos, se levanta esta construcción de piedra y ladrillo. La casa transmite toda la historia que ha vivido, las partes más antiguas levantadas por religiosos y guerreros dieron paso a partir del siglo XIX a una vida rural.

Doriana nos explica que la parte más vieja del edificio fue construida como abadía en el Quattrocento y a partir de 1800 se construyeran las partes más nuevas con una función claramente agrícola. Parte de la reconstrucción consistió en unir las edificaciones de las distintas épocas mediante una escalera de terracota, similar a las usadas en las villas de la Toscana.

Esta preciosa y antigua puerta es un detalle de las múltiples bellezas que alberga la casa.

Se ha tratado de conservar al máximo el aspecto original de la casa, aquí un magnífico despacho con una librería que ocupa toda la pared, a la derecha un enorme espejo con un portentoso marco recubre toda la pared.

El comedor con el suelo en terracota y los espléndidos arcos típicos de las construcciones de la zona. Al fondo el hogar, que en otros tiempos calentaría a los señores sentados a la mesa durante los fríos inviernos toscanos.

Un baño inmenso, digno de reyes y señores feudales.

La habitación, con un gabinete adosado donde vemos los techos antiguos con sus toscas vigas de madera.

Vía: casaabril

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