Crear un espacio donde puedan convivir tanto personas de un sexo como de otro no consiste en decorar usando tonos beige y elementos asexuados o que reunan las características de ambos sexos. Se puede crear ambientes donde convivan elementos típicos de ambos géneros. Se trata de encontrar un sabio equilibrio entre objetos, patrones y colores tanto típicamente masculinos como femeninos.
Generalmente en las viviendas donde sólo viven personas de un mismo sexo se suele caer en la tentación de crear ambientes extremadamente masculinos o femeninos, según sea el caso. Y cuando dos personas de distinto sexo comparten vivienda se tiende a caer en una excesiva neutralidad que da como resultado un ambiente frío y artificialmente neutro. La solución a este problema pasa por colocar en un salón por ejemplo, como el de la fotografía superior, elementos claramente masculinos como el suelo de madera, muebles de acero y cuero, objetos de decoración relacionados con el mundo animal. Pero suavizados a su vez con la adición de flores, plantas, estatuas, espejos, que ayudan a suavizar el estilo y darle una connotación femenina.
Combinar elementos decorativos blandos y duros, emparejar elementos desiguales, dos mesitas de noche distintas por ejemplo. Sillas diferentes, lámparas similares pero de distinto color. Es decir combinar objetos masculinos y femeninos.
Esto se puede llevar a cabo incluso en una habitación infantil para una niña por ejemplo, de modo que el conjunto total no resulte demasiado empalagoso. Combinar colores suaves, como el típico rosa de las niñas con elementos en naranja intenso, creará un entorno más natural. La clave está en combinar colores, estructuras, líneas rectas y curvas, mezclar en definitiva para que la decoración resulte más ambigua y no tan decantada a un extremo u otro.
Fotos: lonny.com